Leíamos ayer en el ABC una nada sorprendente noticia según la cual el padrón de 2007, que se publicará este año, recogerá el doble de población inmigrante que el de 2006. O sea, que si entonces la población extranjera ascendía a 4,5 millones de individuos ahorá será de 9. O lo que es lo mismo, que si antes los extranjeros suponían el 10% de la población española ahora 2 de cada 10 ciudadanos residentes en nuestro país es de origen foráneo. Aunque la realidad parece ser bien distinta a poco que se pise la calle, por lo que a uno le asaltan algunas dudas razonables, como por ejemplo, si un octavo pasajero ve la luz por primera vez en España, ¿adquiere la nacionalidad española o la de sus padres? Segundo: ¿el sinnúmero de extranjeros que obtienen la nacionalidad española computan como nacionales o como extranjeros? Y tercero, por ley los extracomunitarios que no renueven su solicitud de alta en el padrón son dados de baja y a muchos de ellos les ocurre precisamente eso, que no han renovado el padrón, por desconocimiento o indolencia, y por tanto a efectos estadísticos no cuentan y se les supone de regreso en su país o que se hayan marchado a algún otro lugar del mundo (no caerá esa breva). Además, no pierden derechos como la tarjeta sanitaria o la escolarización de sus ingentes retoños. Incluso se conocen casos reales como el de una ecuatoriana, María C., y su hijo a los que han dado de baja y siguen residiendo en Barcelona, en cuyo padrón no aparecen por ninguna parte aunque sigan viviendo en la ciudad condal.
Y ya que hablamos de cifras y estadísticas, recordemos algo que no conviene olvidar: este pequeño, antiguo y agostado país llamado España se ha convertido en el segundo receptor mundial de inmigrantes y el 78% de su crecimiento poblacional se debe a la llegada de extranjeros. La mayoría de ellos provienen de Europa (43%) y le siguen América (36%), África y Asia (5%). Se trata mayoritariamente de población joven, pues el 64% se encuentra en la franja de edad entre los 16 y los 45 años. El 47% son mujeres y su nivel educativo es superior al de la media española, dicen, aunque una vez aquí se resistan a sacar provecho de sus flamantes títulos universitarios, másteres, cursillos y demás formación académica, ya que se pirran por limpiar culos de bebé y babas de viejo, servir Coca-Colas, recoger tomates o apilar ladrillos.
Otra cosa que ignorábamos es que los inmigrantes que llegan a nuestro país, especialmente las latinoamericanas, no siempre han sido rechonchas o, por utilizar un término más a la moda, morfotipo campana. No. Engordan al llegar a España al variar sus muy saludables y dietéticos hábitos alimenticios. De hecho, sus consumo de productos de bollería, nata montada, frutos secos y galletas es superior al de la media española. Es más, yo aseguraría que también menguan y se oscurecen a causa de nuestro clima seco y soleado.
Y como por lo que se barrunta a tenor de otras encuestas, éstas electorales, parece ser que a este desmadre no van a poner fin ni el candidato gayego ni Zapatera, y ni siquiera el empresario que está a partir un piñón con gitanos y rumanos (especialmente rumanas) y que fa harca con el gerifalte de DN aunque compitan por llevarse al huerto al mismo electorado, nos olvidaremos de las elecciones y felicitaremos por adelantado al candidato de los agarenos, que se han apresurado a pedir el voto para el aspirante del talante, que por otra parte es el que más simpatías obtiene entre los lectores de webislam.
Y cambiando de tercio, con ésta iniciamos la primera de aproximadamente una treintena de entregas de lo que hemos bautizado como El Diario de Patricia Yorelei, con una selección de lo más destacado extraído cronológicamente de un bloc adquirido en un bazar oriental (las tapas moradas y el Made in China de la contraportada no dejan lugar a dudas) que hallé semanas atrás entre los matorrales de un jardín en el que los neohispanos de mi barrio suelen dar rienda suelta a sus pasión amorosa y donde nuestra fogosa latina quizás perdiese algo más que su libreta de apuntes.
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