La verdad es que esta cutre muestra de phising no tiene desperdicio. Los extranjeros que intentan obtener fraudulentamente los números y claves de acceso a las cuentas de incautos españoles podrían haberse esmerado un poco más con el cebo, digo yo, y sobre todo, haber aprendido algo más de español para no dar el cante hondo. Porque también los foráneos están metidos en el ajo del cibercrimen. No os vayáis a creer que sólo se dedican al narcotráfico, el robo, los abusos sexuales, el proxenetismo, el asesinato y otras minucias por el estilo. No. Los pardos, uséase, latinos, sarracenos, subsaharianos (negros de mierda) y gitanos rumanos, mayormente, se han puesto las pilas y ya se mueven por la Red global como pez en el agua, o como rata en alcantarilla, por afinar un poco más la metáfora. Y aunque sea difícil de creer, aún hay quien pica el anzuelo, muestra fehaciente de la decadencia hispana en estos albores del III milenio después de Cristo y antes de la hecatombe que se cierne sobre este maltrecho país.