El que avisa no es traidor, así que ni mucho ni poco nos ha extrañado el lífting facial gratuito al que, presuntamente, sometieron hace unas semanas al popular ventrílocuo y productor de televisión unas acémilas albanokosovares que asaltaron su mansión con el feo ánimo de levantarle hasta el braguero de Macario y que aún pacen en libertad en algún lugar de las secas aunque acogedoras praderas de Hesperia. Porque, ¿a quién demontres se le ocurre rodearse de amas de llaves, jardineros, mayordomos y demás servicio doméstico proveniente de recónditos lugares del globo cuando a nuestra vera contamos con personal de sobra cualificado y de probada honradez para desempeñar esos menesteres? Pues a un empresario sin escrúpulos que se decanta por contratar a un ahumado o ahumada antes que a un compatriota, aun a sabiendas del riesgo que pueden correr tanto su integridad física como sus bienes.
No hace mucho, una joven psicóloga me confesaba que no encontraba a nadie que le limpiase la casa, ya que su trabajo le impide realizar las tareas del hogar ella misma, y me sorprendió que no hubiese echado mano de una de las muchas inmigrantes que ofrecen ese tipo de servicios a unos precios de saldo, reconociéndome abiertamente que no se fiaba ni un pelo de las chachas foráneas. Joven y además inteligente.
Nos hemos cansado de advertir que muchas viviendas españolas estaban siendo casualmente desvalijadas tras decidir sus propietarios recurrir a los servicios de mano de obra inmigrante; servicios que prestaban no sólo a los patrones, sino también a los chorizos Revilla que después les dejan sus domicilios más limpios que una patena merced a la valiosa información que fámulas y escardadores revelan a sus compinches extranjeros.
A ver si aprendes, Morenín.
¿Qué trabajos dicen que no quieren hacer los españoles?
No hace mucho, una joven psicóloga me confesaba que no encontraba a nadie que le limpiase la casa, ya que su trabajo le impide realizar las tareas del hogar ella misma, y me sorprendió que no hubiese echado mano de una de las muchas inmigrantes que ofrecen ese tipo de servicios a unos precios de saldo, reconociéndome abiertamente que no se fiaba ni un pelo de las chachas foráneas. Joven y además inteligente.
Nos hemos cansado de advertir que muchas viviendas españolas estaban siendo casualmente desvalijadas tras decidir sus propietarios recurrir a los servicios de mano de obra inmigrante; servicios que prestaban no sólo a los patrones, sino también a los chorizos Revilla que después les dejan sus domicilios más limpios que una patena merced a la valiosa información que fámulas y escardadores revelan a sus compinches extranjeros.
A ver si aprendes, Morenín.

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