Resulta que el Ayuntamiento de Madrid va a invertir más de 725.000 € en un programa destinado a concienciar a los inmigrantes de su deber de respetar ciertas normas cívicas durante sus horas de asueto en el antaño magnífico parque de El Retiro. Para llevar a cabo esta empresa, a la que ya vaticinamos un rotundo fracaso, se empleará a mano de obra también inmigrante, en concreto latinoamericana ¡Cómo no! Faltaría más que un españolito soberbio le tuviese que decir a un ecuatoriano qué debe y qué no debe hacer en una ciudad donde cada vez son más, aunque cantidad y calidad no van siempre de la mano. Y soy pesimista porque lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. En mi ciudad ya se ha intentado. Se han repartido folletos, se ha hablado con los cabecillas de las manadas de todo pelaje que ramonean por las riberas del Turia para que convenzan a sus compatriotas de lo feo que está que miccionen o defequen allí donde sienten la llamada de la naturaleza, cuando hasta los perros usan los pipicanes. Pero no hay Tutía. Siguen practicando el botellón, cortándose el pelo al aire libre, quién sabe si para compatir generosamente sus piojos y liendres con el resto de ciudadanos; vendiendo comida casera sin ningún tipo de control sanitario y poniendo su música a todo volumen.
¡Ay, Gallardón! Eres todo candor.
¡Ay, Gallardón! Eres todo candor.
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