Leemos en El País que un cocalombiano acusado de asesinar a un hombre a navajazos a la puerta de una discoteca se escapa de la prisión provincial de Santander donde permanecía recluido, a plena luz del día y con la inestimable ayuda de otros internos. Hasta aquí todo normal. Esto es España. Lo que me indigna es que el individuo, que huyó oculto en el interior de una bolsa de basura (¡qué bella metáfora!), había huido a su país tras cometer el homicidio, hasta que fue capturado por la policía de Colombia y extraditado a España. O sea, que no expulsamos a la chusma extranjera y para uno que abandona el país de mottu proprio va y lo reclamamos. Increíble.
No hay comentarios:
Publicar un comentario