
A mi abuela, que se encontraba indispuesta, accedieron a que una ambulancia la trasladase a un hospital después de mucho bregar, rogar y de tener que aguantar las malas pulgas de un galenucho pelón que ponía en duda que la anciana realmente necesitase atención médica inmediata. Ella que, como mujer de las de antes, rara vez se quejaba de nada. Conseguido por fin nuestro propósito tuvimos que esperar todo un día para que le hiciesen un TAC, pues la sala de urgencias estaba a rebosar de moros, negros, sudacas y algún gitano que en su vida se habían dado de alta en la Seguridad Social, pero que merecían el mismo o incluso mejor trato que aquella valenciana que había cotizado más años que canas lucía en su tupida cabellera.
Tras analizar los resultados del escáner nos aseguraron que estaba fresca como una rosa y le dieron el alta ipso-facto, aunque transcurridos tres días empezó a delirar y falleció. ¿Negligencia médica? Pues claro, como tantas otras. Pero sabíamos que aún debíamos dar gracias por poder disfrutar de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo y de unos profesionales de la medicina que gozan de un merecido prestigio. Y a pesar del dolor y la rabia por cómo se desarrollaron los acontecimientos, jamás se nos ocurrió presentar una denuncia y menos aún pretendimos que nos compensasen el evidente error médico con una jugosa indemnización. Quizás porque no estamos instalados en la cultura del victimismo, porque nunca hemos vivido de limosnas o regalos, sino de nuestro trabajo.
Creo que esto ya lo he contado en alguna otra ocasión aunque con otras palaabras y en diferente contexto. Pero me apetecía sacarlo a colación por la mucha grima que ha despertado en mí el caso del sietemesino marroquí al que médicos españoles salvaron la vida cuando su madre murió sin haberlo evacuado, al fallecer a causa de la supuesta nueva pandemia que está azotando el orbe.
Todos los días se cometen negligencias, porque errare, humanum est. Pero cuando las supuestas víctimas son extranjeras todo parece cobrar un matiz siniestro. Por las escasas y escuetas declaraciones de los familiares de los recientemente desaparecidos sarracenos y de las numerosas asociaciones de marroquíes que se han unido al coro de plañideras diríase que todo forma parte de una trama urdida para deshacerse de dos inmigrantes magrebíes. El padre y marido (Mohamed se llama, cómo no) incluso ha recibido en su doimicilio la visita de, ni nada más ni nada menos, la presidenta y el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, los mismos que no tienen la misma deferencia hacia las familias de los enfermos autóctonos que mueren esperando en vano una operación, en ocasiones un transplante, que nunca llega por las interminables listas de espera, que ahora son más largas si cabe porque muchos inmigrantes se están aprovechando de la generosidad del pueblo español, al que le cabe el honor de ser el país donde se registra un mayor número de donaciones de órganos. Recuerdo incluso un reportaje emitido en televisión en el que se informaba de la intención de las autoridades sanitarias españolas de llevar a cabo una campaña de concienciación para que la población inmigrante imitase el ejemplo de los españoles, ya que ellos debían ser solidarios con los demás tanto como nosotros lo somos con ellos. Supongo que todo quedó en agua de borrajas.
Tampoco se habla del trato de favor del que la población alóctona disfruta en comunidades autónomas como la valenciana, donde un inmigrante sin ingresos tiene derecho a medicamentos gratuitos y un español en sus mismas circunstancias no. O del aumento desorbitado del gasto sanitario a causa de la llegada masiva de intrusos, como denunciaba el líder de la oposición. Ni de exitosas operaciones que han cambiado la vida a inmigrantes; verbigracia la colombiana a quien el Dr. Cavadas le implantó unas nuevas manos, operación pionera en el mundo que jamás se habría podido llevar a cabo en un país como Colombia.
Lo mejor de todo es que cuando ni siquiera consta una denuncia por parte de la familia la fiscalía ya haya actuado de oficio, presteza que muchos echamos de menos en otros casos tan terroríficos o más que éste y ya se está apuntando a que el caso merece una sentencia ejemplar, porque ya se sabe: hay víctimas y víctimas. Porque si los afectados son inmigrantes y además musulmanes, la cosa pasa de castaño a oscuro. Y por si fuera poco los medios de comunicación de este país no hablan de otra cosa, aun cuando los parientes de los fallecidos presuntamente por sendas negligencias médicas dan la callada por respuesta a las preguntas de los reporteros. Incluso aseguran que en Marruecos la prensa apenas les ha hecho el menor caso.
Pues si encima les conceden las respectivas indemnizaciones, que ascenderían a centenares de miles de euros, apaga y vámonos. Y éstos no tendrán que esperar décadas, como las víctimas de la pantanada de Tous.
2 comentarios:
TODOS LOS DIAS MUEREN ESPAÑOLES POR CULPA DE NEGLIGENCIAS MÉDICAS, TODOS LOS DIAS PERO...¡¡AY!! ¡¡QUE SE TRATA DE MOROS!! SUBESPECIE PROTEGIDA. TODOS LOS DIAS EN ESPAÑA HAY ESPAÑOLES ASESINADOS POR MORACOS, MUJERES SALVAJEMENTE VIOLADAS POR ESA SUBRAZA DE MIERDA PERO ¡¡AY!! CON LA ESPECIE PROTEGIDA DE UN PAIS GOBERNADO (Y VOTADO) POR GILIPOLLAS HEMOS DADO.
Somos ciudadanos de segunda en nuestro propio país, y hasta el derecho a protestar por el trato discriminatorio que recibimos nos han quitado al grito de "¡rasista, xenófogo!" (sic).
En en XIX los llamábamos afrancesados, durante la 2ª Guerra Mundial en Francia los llamaban colaboracionistas, en la India colonial cipayos... Tarde o temprano pondremos en su lugar también a los multicultis endófobos.
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