Pronóstico: precipitaciones en toda España

Comenzamos el parte en Valencia, donde ayer noche, sin ir más lejos, un pakibaby se descalabraba al caer al vacío cuando se asomaba al balcón de un cuarto piso mientras sus progenitores se desentendían del pequeño. Pero tranquilos, que aún les quedan tres más. Y los que están en camino, Alá mediante.

Dos subsajas residentes en Málaga salen de farra un sábado y se dejan al hijo al cuidado de una pareja de nuestros beaners. A buen santo se encomendaron, pensaréis. Pues no son infundadas vuestras sospechas, pues el resultado fue que el mozalbete se cayó desde un tercer piso y aunque ha quedado hecho una Bracara Augusta no se teme por su vida.

Claro, que quedarse al cuidado de los padres, si éstos son inmigrantes, tampoco es garantía de que los retoños no se defenestren, como le ocurrió a la hija de unos pakitos, que cayó desde un quinto piso en Barcelona mientras emulaba al Hombre Araña y se escojonció, claro está.

Pero ni siquiera a cargo de un pariente cercano y supuestamente adulto están a salvo de trágicos incidentes los menores inmigrantes, como el mocoso sudamericano que la palmó al arrojarse desde un octavo piso de una vivienda en Zaragoza en compañía de su tío. Y es que hay amores que matan.

Aunque estas cosas también les suceden a los adultos, como ilustra el joven boliviano residente en Murcia que cayó desde una altura de 15 metros al intentar escapar de casa borracho descolgándose a través de los cables del teléfono porque su mujer le había prohibido que se fuese de picos pardos esa noche. Firme candidato a alzarse con la victoria en nuestros próximos Premios Darwin, sin duda.