Que no es oro todo lo que reluce o que las apariencias suelen en ocasiones engañar es algo que todos sabemos, pero cuando se trata de negocios supuestamente legales regentados por ciudadanos extranjeros la duda se torna certeza. Porque ¿quién iba a imaginarse que en una presunta boutique sus propietarios franceses dispensasen en realidad, no pantalones y camisas, sino hachís a mansalva, que un marroquí que despachaba kebabs mezclase papelinas de cocaína entre el pan de pita y la salsa de yogur, o que unos argentinos fingiesen ser dentistas cuando ni siquiera contaban con alguna de esas tiulaciones de prestigiosas universidades de la América en un eterno proceso de desarrollo que nunca llega y que se ofertan en el mercado negro?
Pero hasta delante de tus mismas narices te puedes encontrar con que una sudako taberna inaugurada hace sólo unos meses eche el cierre de la noche a la mañana y aparezca precintada por la Policía Local seguramente por lo buenos chicos que han sido sus dueños puertorriqueños. ¿Vendían costo, no contaban con las preceptivas licencias, incumplían los horarios de cierre, se pasaban de decibelios? Qué más da. Pero la cosa debió ser tan grave que el local se puso en alquiler o en venta, aunque sólo para acabar en manos de unos hosteleros ecuatorianos. Salir de Málaga para llegar a Malagón. Ya os avisaré cuando les cierren el chiringuito a los nuevos hosteleros.




4 comentarios:
¿Unas cañitas con guacamoles de tapita?
Un blog cojonudo, me he descojonado, aunque no todas las movidas pardas son risibles:
http://nordicthunder.blogia.com/2008/082201-las-bandas-latinas-como-ejemplo-de-las-tensiones-con-los-inmigrantes-en-espana.php
Venga, un saludo.
Ya contaré algún día mi experiencia en un par de estos antros: uno boliviano y el otro ecuatoriano. No he tenido estómago para más. Si alguien puede ampliar el repertorio, se lo agradeceré. No valen chinos, que ya los conozco.
Indúes, con sus cucarachitas corriendo por el techo y las paredes. Que no se bien si eran camareros pero ahi estaban.
Descalzo el jefe de sala. Tenedor con restos de comida....y ya más no se porque nos marchamos.
No hablo de uno mal situado ni un antro, de Adrish en Madrid centro.
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