Noventa y pico desempleados de Chelva que se ha marchado a trabajar a Argelia. Casi treinta olivenses, otro municipio valenciano con un 27% de su población activa desocupada, que emigran a Alemania como en los años 40 y 50 lo hacían los Sacristán, los Ferrandis o los Landa de las zonas rurales, sólo que aquéllos son en su mayoría licenciados universitarios y políglotas, vástagos de la generación mejor preparada de la historia de España. Mientas, paradójicamente (o no tanto), miles de inmigrantes llegan a diario a nuestro país por tierra, mar y aire en busca de empleo. Ora en cayucos ora en pateras, en lanchas Zodiac y hasta como polizones escondidos en las bodegas de barcos mercantes, como la caterva que en menos de una semana ha arribado al puerto de Valencia. Aunque la mayoría, ya lo sabréis, aterrizan en nuestros aeropuertos con su visado de turista, o llegan en líneas regulares de autobús que comunican España con Francia o con otros países del Este de Europa.
Individuo deshauciado por no pagar la hipoteca lleva tres años en España sin trabajo y no se marcha. Los medios de comunicación en este caso sí se hacen eco de su problema. Claro: se trata de un inmigrante camerunés
Recientemente, el gobierno español pronosticaba que 2013 sería un año de suave recesión, algo más realista que los invisibles brotes verdes de Zapatero, mientras por otra parte la OCDE, organismo bastante más imparcial que nuestros políticos y analitas económicos a sueldo del partido de turno, augura un crecimiento del paro en España por encima del 27% (datos del mes de septiembre). Lo que no obstante no ha impedido que la inmigración en España siga creciendo vertiginosamente a pesar de que la tasa de paro que registra este país sea ya la más alta de entre todas las naciones desarrolladas.
Y para muestra un botón: tres de mis primas y sus respectivas parejas han perdido sus empleos en el último año. Dos se ganaban la vida como delineantes, otros dos eran diseñadores gráficos, otro albañil y una de ellas trabajaba como funcionaria en Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana hasta que los recortes de plantilla la han dejado en la calle. Otra de mis primas era directora de la televisión municipal de Valencia, clausurada a causa de los ajustes presupuestarios derivados de la crisis y su hermano menor ha tenido que coger los bártulos e irse a trabajar de enfermero a Alemania; eso sí, con un contrato de trabajo, un certificado de penales limpio como una patena y uno médico que asegura que está tan sano como una manzana. ¡Y con la obligación de aprender alemán mediante unos cursos obligatorios! En resumidas cuentas, en las mismas condiciones en que se marcharon a trabajar a otros países de Europa muchos españoles durante la postguerra. Aunque luego esto se lo cuentas a alguien y va te dice que son sólo leyendas urbanas o que cualquier cosa que uno lee en Internet carece de toda credibilidad. Pues pa' tu la tenca.
Y mientras tanto, repito, continúa el goteo incesante de extranjeros que llegan a nuestro país, aún a sabiendas de que aquí no van a encontrar trabajo. ¿Pero es que acaso alguna vez les ha importado? Sólo hay que darse un garbeo por cualquier pueblo o ciudad de España para no toparse más que con algún que otro anciano autóctono y miríadas de foráneos veinteañeros y treintañeros pululando por las calles sin dar ni chapa. Si es que los hay a capazos disfrutando en este país de unos subsidios que envidiaría cualquier trabajador o pensionista español, amén de las ayudas sociales, la sanidad gratuita (para ellos, no para los trabajadores españoles que la mantienen, claro) y la educación y becas de sus hijos. Por ejemplo, recientemente salía a la palestra el caso de una pareja ecuatoriana deshauciada por no pagar la hipoteca de su piso. Dado que los damnificados eran un par de morosos extranjeros, los inevitables porroflautas montaron el oportuno jaleo para atraer la atención de los medios de comunicación, siempre prestos a redactar el panegírico de turno y mostrar en primera página las jetas de los pobrecillos inmigrantes a los que no otra cosa que su gandulería y prepotencia condujeron a tal situación. Y digo esto porque precisamente una de mis primas y su marido fueron deshauciados hace unos meses tras vivir durante varios años en una diminuta casita de campo a las afueras de Llíria, cuya hipoteca (bastante inferior a los 200.000 € de la pareja de esputos latinos) habían podido satisfacer puntualmente gracias al fruto de su trabajo. Cuando las adversas circunstancias económicas les privaron de sus empleos se arriesgaron a montar negocios que desafortunadamente luego no prosperaron, como una verdulería, una tienda de informática y hasta una librería. Quiero decir, que no habían sido nunca unos señoritos adocenados empeñados en trabajar exclusivamente de lo suyo como algunos coprófagos proinmigracionistas se empeñan en hacernos creer.
Sin trabajo y en España, adonde habían venido a trabajar
Sin trabajo y en España, adonde habían venido a trabajar
Éste, queridos lectores, es el panorama real de la España de siglo XXI: la del inmigrante que invierte en un pasaje de avión, en un billete de autobús o que paga a una mafia para que desde cualquier lugar del mundo los traslade hasta la tierra de promisión de zánganos y parásitos en que algunos han convertido este país, mientras la población local huye a mansalva en busca de empleo a otros países donde sí los hay. ¿Por qué no hacen las maletas los vagos y caraduras extranjeros que supuestamente venían a dar el callo aquí y ponen rumbo al país teutón, a EE UU, Canadá, Japón u otros países donde sí se está creando empleo? Y para colmo, mientras escibo estas líneas me entero de que a mi hermano, jefe de informativos en una emisora estatal, le dan el finiquito en quince días, después de haberle reducido el salario en los últimos años hasta los 900 €, algo menos de lo que los mencionados inmigrantes ecuatorianos deshauciados siguen cobrando a PESAR DE NO ESTAR DANDO UN PALO AL AGUA ni el uno ni la otra. Mi hermano, en cambio, sigue pagando la hipoteca, las letras del coche, las facturas y mantiene a su familia, a pesar de su sueldo miserable y de tener que levantarse todos los días a las 5 de la mañana. Pero ningún medio de comunicación se ha molestado en denunciar casos como éstos, porque los únicos dignos de lástima son aquellos que vienen de fuera, aunque sean un atajo de malhechores y de vagos atraídos por la España del todo gratis y el delito impune.
Maldito país, convertido en el sumidero del universo.
El perfil del español que emigra: joven y muy cualificado. Como el que llega a España, vaya
2 comentarios:
Me alegro de tu retorno a la actividad bloguera, sigo de tu blog desde hace años, lo conocí por medio de nuestro común amigo Iskander, maestro que por desgracia tuvo que dejar su bitácora.
Pues sí, siguen llegando pagapensiones. Tú vives en Valencia, yo en Asturias. Me imagino que por Levante estarán las cosas como por el norte: fatal. No hay trabajo, todas las empresas están cerrando, cada vez más locales comerciales vacíos, los españoles emigrando, etc...
Un paro brutal. Yo estoy seguro que España jamás saldrá de la crisis. Lo demuestro en un hilo de mi blog que ya tiene 120 entradas. Entonces, ¿ Por qué no paran de llegar invasores ? Pues porque no vienen a trabajar, vienen a parasitar por medio de todo tipo de ONGetas, y la peor de todas es Cáritas.
Hace pocos días los rumanos de Córdoba lo reconocían, dijeron " no nos vamos de aquí gracias a Cáritas ".
Por cierto, me alegro que al sinvergüenza de tu paisano, el ex terrorista de los FRAP, luego reconvertido a consejero de la Gerealidad pepera Valenciana, Rabael Blasco Castany, lo hayan pillado robando 8 millones de euros con " el timo del inmigrante ". Ojalá a estas alturas esté este asqueroso sujeto compartiendo las " excelencias " de la multiculturalidad en Picasent. Si tanto defiende la inmigración, se lo pasará bomba en la cárcel, allí el 70 % de los presos son pagapensiones.
Lo dicho, maestro, enhorabuena por tu blog y por tu retorno.
Por cierto, con tu permiso pondré tu artículo dentro de la sección Artículos Interesantes, en mi blog.
Un saludo.
Enrique.
Hola, Enrique. Me he quedado de piedra con lo del sinvergüenza de Rafael Blasco (¡de la extrema izquierda del FRAP al PSOE y del PSOE al PP!). Es que desde el mes de junio casi no me he conectado a internet y no he leído prensa. Espero que el conseller de Solidaridad estrene la macroprisión que están construyendo en Valencia para albergar a la creciente cantidad de inmigrantes que vienen a España "en busca de una cárcel mejor". Como cuento en la entrada, lo de la crisis es algo que no tiene parangón en la historia reciente de España. Ni la recesión de los 80 es comparable a lo que está sucediendo hoy. Hace pocos días un periodista de TVE aseguraba que el paro ya afecta al 27% de la población activa. En cambio los inmigrantes no regresan a sus países ni se marchan a "trabajar" a los PP. Bajos, Austria o Alemania, donde no existe técnicamente desempleo. Eso es lo que trataba de denunciar, como tú muy bien has comprendido. De vergüenza.
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