Me encontraba este septiembre pasado, cual señora boliviana seria, colocando anuncios en algunos puntos estratégicos del mobiliario urbano de esos de aspecto faliforme cuando de repente aparecen a mis espaldas tres tipos que me rebuznan con su deje magrebí:
-¿Alquilas piso?
-Sí , pero sólo a Erasmus.
Y barruntándome que aquello les debía sonar a mandarín medieval añado:
-A estudiantes europeos.
A lo que uno de ellos responde:
-No moros, ¿eh? -y los tres se alejan entre risillas cómplices con la convicción de haber sido víctimas de una clara discriminación por motivos de raza, religión, origen o todo a la vez, ya puestos. Es más, uno se los imagina relatando esa misma tarde en una tetería de Russafa o el viernes en la mezquita de la plaza Xúquer el incidente acaecido con un español xenófobo que no les quiso arrendar el piso por su condición de musulmanes.
En mis buenos tiempos les habría recitado hasta la sura de la que se tenían que morir, pero uno se va volviendo indolente con la edad y al final se da cuenta de que casi nada merece la pena y menos aún montar un pollo en medio de la vía pública para ponerles las peras a cuarto a un trío de limacos victimistas. Porque uno puede alquilarle su piso a quien le dé la real gana, que para eso es suyo. De hecho el menda no acepta tampoco inquilinos españoles, porque lo que pretende es que los arrendatarios en cuestión tomen las de Villadiego en seis meses o, a lo sumo, en un año, especialmente a la vista de los muchos y desagradables precedentes que uno conoce de boca de otros dueños de viviendas que, incautos, cometieron el error de ceder sus dominios a chusma (tanto foránea como patria, que también la hay) y han acabado con los nervios y el inmueble destrozados y gastándose más cuartos litigando de lo que después han recibido tras ganar el pleito a los okupas que ni satisfacían el alquiler estipulado ni se dignaban a abandonar su propiedad. Así que, como que no compensa.
Yo reconozco que si me viese obligado a arrendar mi pisito tamaño ministra Trujillo a la fauna exótica que ramonea por estos pazos pues que lo ponía en venta y Santas Pascuas. Pero de momento me ha sonreído la diosa Fortuna y por éstas que no hollará mis baldosas ningún hijo de Alá.
He dicho.
No españoles, ¿eh? ¡Je, je, je!
Patricia Yorelei se interesa por una oferta de trabajo en una enpresa de otelería que precisa personal de linpieza y a la que debe remitir su curriculum vitae. Hasta aquí todo normal. Lo que ya no alcanzo a comprender es cómo enviaría la porfiada latina el mocho, el plumero y la botella de Ajax pino por fax. Se admiten elucubraciones.
Patricia Yorelei se interesa por una oferta de trabajo en una enpresa de otelería que precisa personal de linpieza y a la que debe remitir su curriculum vitae. Hasta aquí todo normal. Lo que ya no alcanzo a comprender es cómo enviaría la porfiada latina el mocho, el plumero y la botella de Ajax pino por fax. Se admiten elucubraciones.
3 comentarios:
Mi padre pensaba como tú y al final ha alquilado el piso a una pareja de marroquies. Supongo que por vivir en un pueblo pequeño y por miedo al qué dirán, a que le llamen racista.
Nos comen.
Señora D.
Pues yo antes lo dejo vacío. Vamos, como bien dices uno alquila su piso a quién le da la real gana, para eso es tuyo. Igual que si quieres lo dejas vacío o lo tienes para hacer fiestas y santas pascuas.
Supongo que quitarías el anuncio de donde lo pegaste, que esos son bien capaces de irse con él a una oenejé colaboracionista y ya tienes el pollo montado, y aunque no tengan base jurídica para nada de nada, podrías ser un latazo que se prolongara meses o incluso años.
Aunque tengas más razón que un santo, mejor que no se queden con un solo dato tuyo mientras los vientos políticos y judiciales sigan soplando hacia donde lo hacen, no vayas a ser equivalente español de Fanny Truchelut.
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