Entre estas dos fotografías ha transcurrido exactamente un año. La de arriba fue tomada en el mes de agosto de 2005 y la de abajo en el mismo mes del año en curso. Ambas fueron hechas también en el mismo lugar: en el histórico Puente de Serranos de la capital del Turia, construido en el siglo XVI y declarado Monumento Nacional, lo que no ha sido obstáculo para que las hordas apaches que han tomado la ciudad, en una suprema muestra de civismo y respeto por el patrimonio histórico, hayan mancillado sus vetustos sillares con pósters anunciadores de alguno de los bolos con que artistas sudamericanos recorren sin descanso la Piel de Toro. Yo encuentro aquí una espléndida metáfora del cerrilismo inherente a nuestros indeseados invitados, así como de lo poco o nada que han variado sus zafias costumbres en el espacio de todo un año. Eran montaraces y montaraces siguen siendo. Apenas nada ha cambiado en el transcurso de estos doce meses, ni aquí ni en ningún otro lugar de España. De hecho todo parece haber ido a peor.
Era difícil superar la incompetencia de Aznar en materia de inmigración, pues fue el líder populista el que consintió la entrada masiva de inmigrantes en nuestro país; hasta 3 millones de ellos, un tercio de los cuales residía aquí en situación irregular. Después una carambola del destino aupó a su sucesor, Rodríguez Zapatero, a la presidencia del gobierno de un país que merecía algo mejor. El flamante presidente, sin hacer caso ni a tirios ni a troyanos, rizó el rizo de la inconsciencia aznarista y decidió premiar a alrededor de un millón de ilegales con una legalización masiva, sirviendo en algunos casos el presentar una simple factura o un tícket de supermercado para demostrar el arraigo en España, lo que provocó un efecto llamada catastrófico que aún seguimos padeciendo y que probablemente se prolongue durante mucho, mucho tiempo.
Durante estos doce aciagos meses el número de inmigrantes ha aumentado hasta los 4 millones, según cifras oficiales, aunque seguramente serán bastantes más, un millón largo de los cuales se encuentra de nuevo en situación de ilegalidad. En resumen: no se ha conseguido solucionar el problema, sino empeorarlo. Además, sólo uno de cada cuatro de esos extranjeros que viven en España cotiza a la Seguridad Social, la mayoría de los cuales en los tramos más bajos, ya que están empleados fundamentalmente en puestos escasamente remunerados como el servicio doméstico, la agricultura, la hostelería o la construcción, mientras por contra acaparan la mayor parte de las ayudas sociales. El resto son menores, carecen de papeles, trabajan en la economía sumergida o han llegado hasta aquí para otros menesteres. Vosotros ya me entendéis.
El choque cultural entre estos ciudadanos extranjeros, la mayoría provenientes del Tercer Mundo, es ya una realidad palpable en la vida cotidiana de cualquier español: ¿quién no tiene al lado de casa un parque o unas pistas deportivas literalmente tomadas por jóvenes ciudadanos de otros países que chantejean a los chavales autóctonos a cambio de poder disfrrutar de algo que han sufragado los impuestos de sus padres? ¿Quién no tiene que sufrir a diario la pesadilla de fiestas latinas, eslavas o africanas hasta altas horas de la madrugada? ¿Quién no ha visto proliferar en su barrio turbios negocios extranjeros que sólo son tapaderas de otros negocios ilícitos pero más lucrativos mientras los comercios españoles sobreviven a duras penas o han de cerrar sus puertas ante la competencia desleal de los extranjeros y unos impuestos desorbitados que éstos en muchas ocasiones no satisfacen por extraños chanchullos comerciales entre España y algunos países en vías de desarrollo?
Y mientras en la Iberia seca los pantanos se vacían por la sequía y regiones enteras ven cómo avanza imparable la desertificación; mientras ya existe un exceso de mano de obra inmigrante que España no puede absorber (un 12% de ellos aproximadamente busca empleo), algunos políticos, empresarios y miembros de la iglesia católica mienten diciendo que este país necesita más inmigrantes. Ni siquiera piden trabajadores o claman porque se ayude a las familias numerosas o se incentive la natalidad entre los mismos españoles, cuya tasa de natalidad es de las más bajas del mundo. No. Simple y llanamente reclaman inmigrantes, es decir, mano de obra barata, abundante y dócil, una masa ignorante a la que seducir con sus patrañas religiosas y que para los políticos representa además un inmenso caladero de votos. ¡Sinvergüenzas!
Pero quizá lo más grave de todo este complejo fenómeno de la inmigración sea la delincuencia, con tasas de criminalidad hasta ahora desconocidas. Atrabiliarios latinos que zurran a sus mujeres, rumanos que asaltan propiedades ajenas con una destreza digna de asombro, africanos que trafican con droga a plena luz del día con absoluta impunidad... Para qué continuar. En esta bitácora hemos dado y daremos buena cuenta de ello, porque nos preocupa y nos afecta, porque nuestra calidad de vida se ha visto mermada con la llegada de estos nuevos vándalos oscuros y siniestros que poco a poco van apagando la llama de nuestra milenaria civilización occidental, a la que ellos odian tanto como envidian, de la que se sirven para intentar destruirnos. Los abortados atentados en algunos vuelos entre el Reino Unido y los EUA no son más que el último ejemplo de lo que decimos. Y los terroristas son en ocasiones inmigrantes de segunda o tercera generación que no se han integrado en los países de acogida. Son el caballo de Troya que conquistará en breve el mundo civilizado si no ponemos remedio ya. Pero Europa es un continente envejecido, pusilánime y autodestructivo gobernado por unas élites que gobiernan no para, sino en contra de los europeos, para el capital. Para ellos somos demasiado pocos, demasiado viejos y demasiado reivindicativos, les molestamos y quieren savia nueva para la maquinaria capitalista al servicio de la cual están. La democracia es la mentira con la que pretenden justificar sus arbitrariedades, sus falsedades. Sólo los españoles y los europeos que estamos orgullosos de nuestro pasado, de nuestra civilización, podremos frenar a los que intentan destruirnos. En algunos países de Europa los jóvenes han despertado y comienzan a dar la espalda al capitalismo salvaje disfrazado de socialismo o liberalismo. Hagamos lo mismo nosotros antes de que sea demasiado tarde. Aprovechemos las elecciones locales y autonómicas del próximo año para demostrarles que no los queremos, que nos repugnan sus métodos y sus fines. Fin del rollo macabeo.
6 comentarios:
Estupendo comentario,con tu permiso lo pego en el foro de inmigracion del "abc".
En el foro tienes varios seguidores y detractores...
¡¡ESPAÑA DESPIERTA!!
Felicidades por el artículo Master, muy bueno si señor. Una espléndida retaíla de verdades y muy bien expuesto. Es cierto que tenemos un caballo de troya. Me quedé alucinado el otro día cuando en las noticias dijeron que los que pretendían "volar" ( valga la redundancia )los aviones en el Reino Unido eran una segunda y tercera generación de inmigrantes bien aposentados e integrados en la sociedad inglesa. Chavales de clase media-alta que no tenían ningún incentivo aparente para mezclarse en temas terroristas. Lo que ha pasado en Inglaterra ( y en EEUU y España ) supone y supondrá un recorte de los derechos civiles de los ciudadanos causados por unos pocos fanáticos que, como un virus, poco a poco van infectando a nuestra sociedad. Los estamos dejando entrar y a cambio esto es lo que nos ofrecen. Esto hay que cortarlo, claro está. Pero me pregunto como lo haremos. Saludos.
Nosotros nos quejamos de la situación en España, pero es que en muchos países de Europa están igual o peor. Lo que ocurre es que en otros países como Bélgica, Holanda, Francia, Alemania o los países escandinavos hay muchos hijos y nietos de inmigrantes, que no son considerados extranjeros aunque su cultura y sus valores sean los mismos que los de sus ancestros. Se dedican ingentes partidas a su integración y lo único que conseguimos es que aprendan a leer y descifrar los manuales que les explican cómo fabricar los explosivos con los que pretenden exterminarnos a los "decadentes e infieles" europeos.
Muy buen artículo hermano. Esperemos que la gente espabile y se de cuenta de lo que está pasando, ya basta de mirar hacia otro lado. Cuanto más esperemos, peor se va a poner.
Agradezco mucho los mensajes de ánimo, sobre todo cuando recibo hasta amenazas de muerte. Anónimas, claro. Menos mal que sé que el que te quiere hacer daño no te pone en guardia. Ataca y punto.
Mientras no conozcan tu identidad supongo que no hay problema. Amenazar por internet de forma anónima a desconocidos es gratuito. Seguramente serán algunos ewooks exaltados y rabiosos a los que ya se les acabaron los argumentos para rebatir lo que se expone en este blog. En fin esto demuestra su grado de cilvilización. Saludos y felicidades por el blog.
Publicar un comentario