Esta ilustración aparecía en el suplemento dominical de un periódico hace unas semanas. Es lo de siempre: ya desde pequeños los sacerdotes y educadores han procurado inculcarnos la moral judeocristiana basada en el pecado original. Si a eso le añadimos el victimismo que practican los ciudadanos de las antiguas colonias occidentales, ya tenemos el cóctel listo. Somos culpables de todo lo que ocurre en el Tercer Mundo, aunque haga décadas o incluso más de un siglo que esas colonias se independizaron de sus antiguas metrópolis, pero da igual. Seguimos condenados a satisfacer la deuda histórica que supuestamente contrajimos con esas sanguijuelas. ¿Hasta cuando?
viernes, junio 30, 2006
Padre, me arrepiento de mis pecados
Esta ilustración aparecía en el suplemento dominical de un periódico hace unas semanas. Es lo de siempre: ya desde pequeños los sacerdotes y educadores han procurado inculcarnos la moral judeocristiana basada en el pecado original. Si a eso le añadimos el victimismo que practican los ciudadanos de las antiguas colonias occidentales, ya tenemos el cóctel listo. Somos culpables de todo lo que ocurre en el Tercer Mundo, aunque haga décadas o incluso más de un siglo que esas colonias se independizaron de sus antiguas metrópolis, pero da igual. Seguimos condenados a satisfacer la deuda histórica que supuestamente contrajimos con esas sanguijuelas. ¿Hasta cuando?
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