De nuevo se da la circunstancia, no por habitual menos chocante, de que inmigrantes se precipiten por las ventanas de sus domicilios por razones desconocidas. En este caso se trata de una mujer ecuatoriana a la que un hombre magrebí arrojó a la calle cual colilla de Marlboro durante una borrachera. Su marido ha sido hallado inconsciente presumiblemente por los botellazos que le propinó el moro disoluto. Los vecinos dicen que el matrimonio ecuata, padres de un niño y una niña, solía tener la música puesta hasta altas horas de la madrugada (sin duda nanas para domir a los pequeñuelos) y que los follones conyugales eran el pan nuestro de cada día. Pero a mí lo que más me ha llamado la atención es que la hija no era del ecuatoriano, sino del amante de su mujer, que no es otro que el magrebí, que encima vivía con ellos en la casa. Ménage a tròis fotlletinesco, no diréis que no.
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