Por mucho que los medios intenten poner paños calientes y hacernos creer que la inmigración y la delincuencia son dos fenómenos no interreolacionados, a veces sufren algún desliz y uno puede tropezar con afortunadas casualidades como las de las dos noticias aparecidas en el diario El Mundo hace unas semanas, en la misma página y una encima de la otra. En la primera vemos a un compungido delincuente gitano-rumano apodado el Gorila, que fue grabado por las cámaras de seguridad de una joyería donde entró a robar, no sin antes apalear a la dependienta como sólo un energúmeno zíngaro es capaz.
Debajo, otro titular se hace eco de la intención del gobierno español de destinar 8 mil millones de euros para integrar a simios como el de la foto. Como lectores inteligentes que sois, ya habréis adivinado que el verdadero significado de la palabra integrar en este contexto no es otro que el de mantener en chirona a cuerpo de rey a toda esta morralla foránea. De momento ya hay planeada la construcción de 15 nuevas prisiones en España para integrar inmigrantes. No sé, pues, si con esa calderilla tendrán suficiente para llenar estómagos como el del Gorila rumano. No sé yo.
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