Hace algún tiempo prometí colgar alguna foto de un locutorio que acababan de abrir -de eso hace ya algunos meses- cerca de mi casa. Lo que me llamó la atención no fue que se abriese este tipo de local, que ha ido apareciendo en España como setas en otoño, sino lo cutre y salchichero del mismo, y más cuando hay otros dos muy próximos que cuentan hasta con cámaras de seguridad y cabinas blindadas, amén de estar ubicados en las más privilegiadas plantas bajas de la contornada. Y es que los gángsters que los controlan tienen mucha pasta, ya sabéis. Pero mi gozo quedó en un pozo cuando aquello apenas abría un par de días a la semana, sin respetar horarios y a veces incluso con la persiana medio bajada, y sin posibilidad pues de inmortalizar en un par de instantáneas el antro inmundo. Semanas atrás, sin embargo, reabría sus puertas y aparecía en el mismo lugar otro locutorio completamente remodelado. Ya no lucía en su fachada un letrero de Internet-Amstel, sino el nombre Ali estampado sobre un fondo rojo chillón.
Lo cierto es que yo daba por concluida la ocupación de bajos en la zona por parte de las prolíficas mafias extranjeras que abren estos negocios legales para blanquear el dinero negro que obtienen con otros negocios mucho más turbios. Pero me equivocaba. A nuestro nuevo huésped Ali ha le acaba de salir competencia justo enfrente.
Echo de menos los tiempos en que en este país se abrían farmacias, relojerías o mercerías, ahora saqueadas (las que sobreviven) impunemente por aquellos que ahora montan döner kebabs, locutorios, pollerías, verdulerías o bazares mandarines.
Lo cierto es que yo daba por concluida la ocupación de bajos en la zona por parte de las prolíficas mafias extranjeras que abren estos negocios legales para blanquear el dinero negro que obtienen con otros negocios mucho más turbios. Pero me equivocaba. A nuestro nuevo huésped Ali ha le acaba de salir competencia justo enfrente.
Echo de menos los tiempos en que en este país se abrían farmacias, relojerías o mercerías, ahora saqueadas (las que sobreviven) impunemente por aquellos que ahora montan döner kebabs, locutorios, pollerías, verdulerías o bazares mandarines.
1 comentario:
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