Te habrás preguntado alguna vez de qué coño viven esos pobres desnutridos que entran en nuestro país como Pedro por su casa cuando no se dedican al manteo, al narcotráfico o al rentable negocio de aparcacoches, vulgo gorrilla, actividades todas ellas que son el motor de la economía española y del mantenimiento del estado del bienestar, como todos sabéis. Pues bien, los turistas del cayuco y la patera, una vez recuperados de la hipotermia y convenientemente cebados por esos miembros de la Cruz Roja que no moverían un dedo por un español, se han puesto las pilas y ya hacen la competencia a los simpáticos chinitos en el arte de la piratería audiovisual, y a los rumaaaanos, putos rumaaaanos, hijos de puuuuta en su otrora monopolio de la clonación y falsificación de tarjetas de crédito. ¡Cómo aprenden de rápido los negritos del África tropical, pardiez! Esto viene a cuento de la detención de una banda de 76 (setentaiséis) nigerianos que se dedicaban a distintos fraudes relacionados con la falsificación de documentos, tarjetas de crédito o el ya famoso timo nigeriano. Así que cuando vuelvas a contemplar en un noticiario de sobremesa uno de esos rostros desencajados o uno de esos cuerpos bronceados y tiritantes procura no vomitar en la mesa, que queda feo, joder.
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