
Aquí los únicos que ganan con esta situación son los empresarios sin escrúpulos, que disponen así de mano de obra barata, abundante y dócil; los políticos, que ven en los inmigrantes un inmenso caladero de futuros votantes, y las ONGs, ese atajo de parásitos que osan declararse "no gubernamentales", es decir, ajenas a los gobiernos, cuando la mayor parte de sus fondos proviene precisamente de las distintas administraciones públicas y cuya utilidad se ha demostrado cuanto menos dudosa si no completamente inútil o sus actividades simple y llanamente delictivas.
Gavilán apunta que tan solo un 1% de los inmigrantes que llegan a nuestro país lo hace en patera, mientras que el resto llega por otros medios de transporte más convencionales, especialmente por los Pirineos, un verdadero colador por donde acceden a España hasta un 60% de los extranjeros.
El portavoz de la CEP asegura también que cuando los autobuses con inmigrantes, fundamentalmente rumanos y búlgaros, llegan a la frontera y son rechazados, se dan la vuelta y entran en España por cualquiera de los puntos incontrolados que existen: Port Bou; Requesens; Agullana; Macanet-Darnius; Ceret-Campodrón; Rives de Freser; La Molina... En las estadísticas oficiales que ofrece Interior figuran como rechazados, pero la realidad es que en pocas horas están en Madrid, dice Gavilán, convencido de que el PP encendió la hoguera y el PSOE echó sobre ella una garrafa de gasolina.
Añade que para atajar el problema no existe solución oficial posible, ya que para ello habría que blindar la frontera terrestre española con nada menos que 10.000 policías, lo cual no es ni más ni menos que una quimera.
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