Tal día como hoy nos topamos con el anuncio de que las Cortes de Aragón retiran el escudo con cuatro cabezas de sarracenos que presidía las Cortes regionales a instancia de un grupo de mahometanos ofendidos y con la colaboración entusiasta del presidente autonómico, don Marcelino Iglesias. Los únicos que han votado en contra de la medida han sido los populares. Aunque bien pensado quizá sea lo más prudente, dado cómo se las gastan los islamitas, que no tuvieron empacho en asesinar a 192 ciudadanos de este país y herir a cerca de 2.000 más como venganza por el empeño de Aznar en aparecer en la dichosa foto de las Azores.
Y cuando aún no habíamos conseguido recuperarnos del impacto que nos había causado dicha noticia, la prensa española se hace eco del disgusto de sus colegas marroquíes ante la visita que el presidente Zapatero tiene previsto realizar durante los próximos días a Ceuta y Melilla, que no dudan en calificar como de hecho lamentable, inoportuno y provocador. Pues claro que sí. ¿Pero cómo se atreve el presidente del gobierno español a visitar dos ciudades españolas, incorporadas a nuestro país en los siglos XVII y XV (antesdeayer, como quien dice), respectivamente?
Pero que no se sulfuren los agarenos, ya que dado el alto índice de natalidad que registran las parejas musulmanas residentes en las ciudades autónomas del otro lado del estrecho, el cambio de soberanía será un hecho natural nada traumático de aquí a unos años. No obstante, cabría recordarles a esos hijos de p..., digo de Alá, que ambas plazas fueron fundadas por los fenicios hace un puñado de siglos, así que todo es cuestión de que aquéllos reclamen a su vez su más que legítimo derecho a recuperar sus antiguas colonias. Yo pienso recordárselo.
Y cuando aún no habíamos conseguido recuperarnos del impacto que nos había causado dicha noticia, la prensa española se hace eco del disgusto de sus colegas marroquíes ante la visita que el presidente Zapatero tiene previsto realizar durante los próximos días a Ceuta y Melilla, que no dudan en calificar como de hecho lamentable, inoportuno y provocador. Pues claro que sí. ¿Pero cómo se atreve el presidente del gobierno español a visitar dos ciudades españolas, incorporadas a nuestro país en los siglos XVII y XV (antesdeayer, como quien dice), respectivamente?
Pero que no se sulfuren los agarenos, ya que dado el alto índice de natalidad que registran las parejas musulmanas residentes en las ciudades autónomas del otro lado del estrecho, el cambio de soberanía será un hecho natural nada traumático de aquí a unos años. No obstante, cabría recordarles a esos hijos de p..., digo de Alá, que ambas plazas fueron fundadas por los fenicios hace un puñado de siglos, así que todo es cuestión de que aquéllos reclamen a su vez su más que legítimo derecho a recuperar sus antiguas colonias. Yo pienso recordárselo.
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