Nada más salir de casa esta mañana, me topo con un sioux observando ensimismado la humareda que desprende el motor de su, digamos, vehículo motorizado. Que ríete tú del humo de las mascletaes falleras. Hasta ahora siempre había visto a advenedizos de éstos cambiando un neumático o intentando arrancar su carro con la batería de un compinche, pero lo del capó humeante me ha acabado de abrir los ojos. Me han entrado escalofríos sólo de pensar que una legión de estos tipos se echan todos los días a la carretera sin haber pasado por una autoescuela en su pajolera vida, sin seguro obligatorio y pilotando -a menudo ebrios- esos cacharros de duodécima mano que no pasarían la ITV ni en la región más deprimida de Liberia.
Aligero el paso no vaya a ser que la deflagración que se intuye me pille de lleno y sigo mi camino en busca de la prensa en esta apacible y soleada mañana de domingo, cuando desde el balcón de un primer piso un churrasco en pijama conversa a grito pelado probablemente con la familia aún no reagrupada de su país; por cuatro chavos, gracias a una de esas tarifas internacionales reducidísimas de la operadora que ostentaba antaño el monopolio de la telefonía y que, como dista mucho de ser una asociación benéfica, ha de compensar las rebajas tarifarias a los inmigrantes charlatanes con los precios abusivos que cobra a sus abonados españoles. Y me entran ganas de decirle que apague el móvil, que a juzgar por el volumen de sus berridos no hay una sola alma en toda la cordillera andina que no le esté escuchando alto y claro.
Pero continúo y, camuflada entre unos contenedores de residuos orgánicos (esto va sin segundas), diviso a una pareja de especímenes alóctonos que se dispone a llenar a conciencia cuatro carritos de supermercado con víveres suficientes para alimentar a una horda famélica de biafreños durante todo un mes. También han cargado un carrito de bebé plegado junto a varias bolsas repletas de lo que parecen pollos asados y latas de cerveza, adquiridas sin lugar a dudas en la pollería latina que se encuentra a pocos metros y que recibe el ingenioso a la par que muy sonoro nombre de El Pollo Salsero, justo al lado de una carnicería argentina, no lejos de un bazar cantonés y enfrente mismo de un macrolocutorio cuyos locales antes ocupaba una entidad bancaria. Si tiras calle abajo existe otro chollo oriental y en dirección contraria un locutorio más y tres verdulerías regentadas todas ellas por pakistaníes o indios, no lo sé, porque a mí todos me huelen igual. Sólo el ingente número de octogenarios que dan su paseíto matutino y los zurullos de perro que siembran las aceras te recuerdan que estás en España.
Entonces recuerdo que la semana pasada comenzó la liguilla de fútbol de equipos amateurs sudamericanos que se disputa cada domingo en el seco cauce del Guadalaviar, donde se dan cita los latinos futboleros de Guayaquilencia. Y para que os hagáis una idea de la magnitud del evento, cada semana los servicios municipales de limpieza retiran dos toneladas de basura de la zona, convertida por cierto en un vergel merced a las copiosas y fecundas micciones latinas. O sea, que además de los muy beneficiosos efectos que según el ex asesor económico de Zapatero, Miguel Sebastián, tiene sobre la economía española, la inmigración está ayudando también a paliar la sequía. ¡Y encima nos quejamos!
Fachada de El Pollo Salsero, que combina pollería, Kebap (sic) y restaurante una miaja cutre pero donde se pueden degustar algunos deliciosos platos de la cocina de ultramar, como el muy recomendable aguado de menudencia (no os dejéis engañar por el nombre).
Ruego a Byron que me disculpe por hacer publicidad de la competencia (él se bate el cobre en Pollos Rikura, como ya sabéis) y le deseo una pronta recuperación tras un incidente en que se vio envuelto la noche de Halloween, que lo mantiene postrado en una cama de hospital debatiéndose entre el más acá y el más allá.
Ruego a Byron que me disculpe por hacer publicidad de la competencia (él se bate el cobre en Pollos Rikura, como ya sabéis) y le deseo una pronta recuperación tras un incidente en que se vio envuelto la noche de Halloween, que lo mantiene postrado en una cama de hospital debatiéndose entre el más acá y el más allá.
6 comentarios:
Madre mia, dios nos pille confesados. Solamente una palabra,que asco me dan.
Magnífica bitácora, no la dejes nunca, que ya sabemos lo cansado que es mantener un sitio indefinidamente.
"el ingente número de octogenarios"
Justo.Somos un país sin niños.
Bfff, ya estaba un poco depre hoy, y leo esto...pero que triste hermano K, estoy tan de ebajón que no se me ocurre nada para comentar.Un saludo
Orad.
Buenas tardes,ya pasaron las 12, muchachos grasias por menciónar la mas mas cyberpólleria del universo CYBERPOLLOS RIKURA LOS DE HENRY ESCOSURA ese soy yo, je je, je je je, je je, donde usted puede surfiár la Internet, enviaciónes de cash a sus familiares y degustar ménues como KikiriQuito y ChiquiQuito Papichuleta, no el Pollo Salsero, esos son pinchi culiaos y bolivianos, cholos madres, todo el mundo sabe qué hechan miados en la salsa y cemen, es guerra competensial y que les chinguen, con tódos mis respectos. ByRoN AríStIdEs evoluciona fino, el transplante de joto fue sucesfuloso, grasias 4 sus condonencias, recuerdenlon CYBERPOLLOS RIKURA ADVIENTO SHOW CON GRUPO ZAFFIRO EN LIVE ESTE DIA VIERNES 24 HOY
Gracias por las nuevas, señor Escosura. Esperamos poder volver a contar pronto con su pana Byron para que nos cuente con pelos y señales sus trajines navideños.
Y ánimo al señor Obispo, que no hay mal que cien años dure. Y si el país (con minúscula) se va al carajo, al menos nosotros tendremos la conciencia tranquila por haber al menos denunciado a los quintacolumnistas responsables del desastre.
A Alicantina: parece que sí van a tener derecho al voto en las elecciones municipales, aunque no en las del año que viene. De hecho ya se barruntan un partido latino y otro rumano de cara a las municipales de 2011.
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