Sí, que violará a mi hermana, a mi madre, a mi hija o a una amiga. O por el que me rayará el coche porque no acepto el chantaje de darle dinero a cambio de nada; por el que pretenderá estafarme con timos ya tan célebres como el del Nigeriano; por el que se obstinará en venderme películas o discos pirateados mientras yo me la juego por descargarme una cancioncilla con el electromulo sin ningún ánimo de lucro; por el que les venderá droga a mis vecinos, que acabarán hechos una verdadera piltrafa pero a quien casi nadie ayudará o por los que nadie sentirá la misma lástima que por los negros que entran en mi casa sin que nadie les haya invitado. Pero las mafias nos conocen muy bien. Saben que los españoles somos incapaces de defender nuestras fronteras, a pesar de contar con una marina que nos cuesta mucho de mantener a los contribuyentes. A pesar también de contar con cuerpos diplomáticos en todo el mundo, incluyendo África, y cuyo mantenimiento también depende de nuestros impuestos. Nos tienen bien calados y además los que los traen a cambio de unos miles de euros les venden una imagen idílica de España que no se corresponde con la realidad.
La caridad bien entendida empieza por uno mismo, he oído decir siempre. Me gustaría saber cuántos de esos turistas solidarios que con tanta fruición soban negros en las playas canarias, les dan de beber y comer copiosamente, especialmente machuchitas destetadas que no han conocido hombre (en el sentido bíblico del término) desde que Franco era cabo, son donantes de sangre o de órganos, que salvarían muchas vidas de compatriotas suyos. ¿Cuántos de ellos se acuerdan de los ancianos que viven, ya no en su barrio, si no en su mismo rellano y que sienten la herida lacerante del olvido y la soledad, algunos de los cuales pasan hambre porque sus míseras pensiones no les alcanzan para por los menos alimentarse como Dios manda, mientras en los presupuestos generales del Estado se dedican cada año pingües partidas a acoger e integrar (¿?) a gorrones africanos? Siento asco y vergüenza ajena cuando los veo pavoneándose delante de una cámara (¿por qué siempre hay una cámara cuando se produce uno de estos desembarcos inesperados?) en plan solidariochupiguay.
3 comentarios:
Es vergonzoso lo que está ocurriendo. En Canarias ya hay más de 2.300 negros en los CIE, en la Península ni se sabe y los cayucos siguen llegando todos los días con centenares más a bordo que encima son "interceptados" por patrulleras españolas y en vez de obligarlos a dar media vuelta y regresar por donde han venido se los escolta hasta nuestras costas. Ya querrían un trato así muchos pesqueros españoles en días de marea. Creo que ni siquiera hace falta que las mafias les expliquen cómo actuamos aquí en España. En cuanto pisan tierra firme deben telefonear a sus familias y amigos y animarles a que se vengan para acá. Me los imaginó babeantes y sobreexcitados al teléfono de alguno de esos rediles de acogida contándoles a su cuñado Mamadou que las patrulleras españolas los acompañan a puerto, que les ayudan a desembarcar sanos y salvos, que Cruz Roja y turistas los ceban hasta reventar y que luego los envían en autobuses hasta un aeropuerto desde donde partirán con rumbo a Europa, si es que España puede considerarse parte de Europa, que lo dudo. Y que allí los tienen a mesa y mantel durante 41 días sin que nadie los expulse del país. Que luego con la ayuda de cualquier ONG se empadronan y, aun en situación de irregularidad, tienen derecho a atención sanitaria y medicamentos gratuitos, privilegio del que no todos los españoles gozamos. El paraíso terrenal, vaya. Y que yo sepa, no se ha vuelto a repatriar a ningún otro negro desde la famosa expulsión de subsaharianos, que no se fueron precisamente de vacío, ya que les dieron 300€ por cabeza para evitar que se amotinasen. Lamentable.
Sigo pensando que las fragatas de guerra y un par de cañonazos son la mejor solución.
Saludos.
El sistema de pensiones aguanta hasta el 2012, según la mayoría de los economistas. Y el efímero estado del bienestar de que disfrutamos no lo van a mantener precisamente los que llegan de fuera robando con una mano y pidiendo con la otra.
Publicar un comentario